lunes, 16 de diciembre de 2019

Causa o efecto


Como ya he dicho en entradas anteriores, son muchos los profesores a los que recuerdo con cariño. Pero, ahora que estamos poniendo el foco de esta asignatura en la adolescencia, hay una profesora en especial que se me viene a la mente. Era una mujer muy maja y adorable, pero los alumnos se burlaban de ella y se hacían con el ritmo de la clase. Ella actuaba como si no pasara nada y seguía dando la lección. Al principio todo se resumía en que no la prestábamos atención y nos poníamos hablar entre nosotros, pero cuando me quise dar cuenta escuchaba a mis compañeros insultarla y lanzarla papeles. Algunos alumnos recriminamos este comportamiento a nuestros compañeros pero ella le restaba importancia. El resultado fue que más de la mitad de la clase suspendimos esa asignatura. Antes de comenzar Aprendizaje y Desarrollo de la Personalidad no se me habría ocurrido relacionar el comportamiento de estos estudiantes con la forma de enseñanza de mi profesora, simplemente me limitaba a pensar que eran unos maleducados pero…. ahora que lo pienso, puede que mi profesora también tuvieran gran parte de culpa. Ella llegaba al aula, sacaba el libro de texto y leía monótonamente la lección. No atendía a las dudas hasta que terminaba la clase para cuando ya todo lo que no entendíamos se había convertido en una bola de nieve ni nos ponía ejemplos prácticos que nos permitieran entender mejor los conceptos. ¿Acaso los alumnos que la insultaban lo que querían eran llamar su atención?, ¿sus burlas no eran más que una forma de decir “por favor, replantéate la clase, no estamos entiendo nada de lo que dices?
Desde luego, ahora no podría decir si el mal comportamiento de los alumnos era la causa o el efecto del pasotismo de mi profesora.

Dominó, Colorido, Patrones, La Causa Y El Efecto

viernes, 13 de diciembre de 2019

Hace más de 10 años...

Hace más de 10 años que terminé el instituto y parece que fue ayer. A veces, cuando me agobio por tonterías (término cuya definición va variando con la edad), me descubro a mí misma recordándome que no soy ya esa jovencilla que sufría por no aprobar el examen de mates o porque el chico que me gustaba no me había pedido salir. Porque así es, lo más importante de mi vida se resumía en 2 aspectos: sacar buenas notas y mi vida social. Y todo ello, lo que hoy para mí son tonterías, me robaba el sueño y todos mis esfuerzos. No me importaba si la gente de mi entorno me restaba o me sumaba; lo importante era estar rodeada de gente. Me traía sin cuidado cómo, cuándo y dónde podía aplicar las leyes de la física; bastaba con aprendérmelas de memoria y pasar el examen. No dedicaba tiempo a mi familia; solo necesitaba convencerla de que me dejara llegar más tarde los sábados por la noche. Y ahora me pregunto por qué nadie me dijo lo que realmente necesitaba saber para iniciar mi vida como adulta:

- que los amigos no se buscan, sino que se encuentran,
- que lo que nos beneficia no es aprobar, sino aprender,
- y que la familia no es un enemigo, sino un aliado.

Pero no, todo el mundo (desde tus amigos o tu tía la del pueblo hasta los medios de comunicación) se empeña en decirte lo contrario. ¿Cuántas veces hemos escuchado "sal y diviértete que eres joven", "tus padres no te van a entender", "es mejor que esto no se lo cuentes a tu madre"? Por no hablar de la importancia que se le da a las notas. Nadie te pregunta qué has aprendido en la clase de ciencias o si has empezado a leer a Valle-Inclán, pero sí cuántas asignaturas vas a suspender o qué nota sacaste en el último examen (ni siquiera importa de qué materia). 

En resumidas cuentas, deberíamos ordenar primero nuestras prioridades para que nuestros adolescentes no se centren en los aspectos superfluos de la vida. Los jóvenes se seguirán agobiando igual (forma parte de su madurez) pero tendrán en cuenta que el éxito es algo muy abstracto y que no se resume en tener novio u obtener una buena calificación al final del trimestre.

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