Como ya he dicho en entradas anteriores, son muchos los
profesores a los que recuerdo con cariño. Pero, ahora que estamos poniendo el
foco de esta asignatura en la adolescencia, hay una profesora en especial que
se me viene a la mente. Era una mujer muy maja y adorable, pero los alumnos se
burlaban de ella y se hacían con el ritmo de la clase. Ella actuaba como si no
pasara nada y seguía dando la lección. Al principio todo se resumía en que no
la prestábamos atención y nos poníamos hablar entre nosotros, pero cuando me
quise dar cuenta escuchaba a mis compañeros insultarla y lanzarla papeles.
Algunos alumnos recriminamos este comportamiento a nuestros compañeros pero
ella le restaba importancia. El resultado fue que más de la mitad de la clase
suspendimos esa asignatura. Antes de comenzar Aprendizaje y Desarrollo de la
Personalidad no se me habría ocurrido relacionar el comportamiento de estos
estudiantes con la forma de enseñanza de mi profesora, simplemente me limitaba
a pensar que eran unos maleducados pero…. ahora que lo pienso, puede que mi
profesora también tuvieran gran parte de culpa. Ella llegaba al aula, sacaba el
libro de texto y leía monótonamente la lección. No atendía a las dudas hasta
que terminaba la clase para cuando ya todo lo que no entendíamos se había
convertido en una bola de nieve ni nos ponía ejemplos prácticos que nos
permitieran entender mejor los conceptos. ¿Acaso los alumnos que la insultaban lo
que querían eran llamar su atención?, ¿sus burlas no eran más que una forma de
decir “por favor, replantéate la clase, no estamos entiendo nada de lo que
dices?
Desde luego, ahora no podría decir si el mal comportamiento de
los alumnos era la causa o el efecto del pasotismo de mi profesora.
