domingo, 3 de noviembre de 2019

Quiero ser profesora pero, ¿por qué?



Cuando era una niña de primaria, mi juego favorito era hacer exámenes a mi hermana. Le pedía que hiciera un resumen del capítulo de dibujos animados que acabábamos de ver o le contaba lo que me habían explicado en clase horas antes. Admito que lo más divertido era dibujar el garabato en los exámenes que le ponía, a veces lo copiaba de mi profesora de inglés y otras de mi tutora, que siempre escribía una v de visto. A mi hermana, como es lógico, al poco tiempo le dejó de parecer divertido y tuve que conformarme con inventar alumnos imaginarios o utilizar a los nenucos como oyentes de mis clases.

Ya en el instituto descubrí que algunos de mis profesores se habían convertido en amigos míos. Hoy en día sigo en contacto con ellos y solemos tomar algo para ponernos al día de cómo va nuestra vida. Ya por entonces me aconsejaron que estudiara letras, que veían potencial de profesora en mí, pero yo tenía miedo a quedarme en paro nada más terminar la carrera de filología. Así que hice oídos sordos a los consejos y estudié periodismo y una FP, pero sentía que no me llenaba. De hecho, el grado de Periodismo lo dejé a medias y la FP la acabé por cabezonería. Entonces me puse seria conmigo misma y me pregunté qué quería ser realmente, en qué quería invertir el resto de mi vida. Y supe que ya conocía la respuesta: quería ser profesora de lengua, quería transmitir mi pasión por la etimología y la semántica a otras personas (por entonces tenía frita a mi familia, en especial a mi pareja, contándoles de dónde venían ciertos refranes o por qué una palabra se escribía así y no asá) y quería transmitir los mismos valores que mis profesores me habían transmitido a mí.

Desde entonces, tengo una meta clara y todos los esfuerzos que hago para alcanzarla tienen sentido para mí (no como cuando estudiaba una FP de química y me dirigía a clase contando los días que faltaban para terminar aquella tortura a la que me había sometido voluntariamente). La ilusión que siento al empezar este máster nunca la había tenido al estudiar, por eso sé que es mi vocación y que, dentro de nada, estaré trabajando en lo que realmente me gusta: enseñar.

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